La guardiana de los libros quemados by Brianna Labuskes

La guardiana de los libros quemados by Brianna Labuskes

autor:Brianna Labuskes [Labuskes, Brianna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-19T00:00:00+00:00


Capítulo 25

París

Noviembre de 1936

La noticia de que los padres de Hannah habían obtenido visados para Inglaterra llegó el primer día de la feria de libros.

Con los ojos clavados en la carta, Hannah comprendió, anonadada, que sus padres ya habían embarcado con rumbo a Southampton sin haberse despedido de ella. De haber sido otra persona distinta, tal vez habría llorado. Pero Hannah siempre había sabido que en el orden de prioridades de sus padres ella ocupaba el último lugar.

Le habían repetido una y mil veces que no la culpaban de lo que le había sucedido a Adam, a pesar de que ella les había confesado la verdad poco después de que se lo llevasen al campo de concentración. Pero Hannah sabía que había estado cegada por una cara bonita, y que todos habían pagado el precio por ello.

La carta informaba a Hannah de que una suma cuantiosa había sido ingresada en su cuenta bancaria, la cantidad de dinero suficiente para que saliese adelante durante varios años. Era el único reconocimiento del deber familiar que sus padres seguían sintiendo hacia ella.

Hannah leyó el mensaje entero una vez más, y después respiró hondo y dijo «adiós». Adiós a unos padres que nunca la habían querido como deben querer los padres a los hijos, como habían querido a Adam.

Adiós a la inocencia de creer que el amor podía ser incondicional.

Hannah cruzó la habitación de tres zancadas y echó el sobre a las llamas. La tinta y el papel chisporrotearon su protesta mientras el fuego los devoraba, mientras se convertían en cenizas.

Otto era ahora su familia. Se aferró a esta idea mientras se vestía, se pellizcaba las mejillas, se calzaba y le decía adiós a Brigitte, que en los últimos días había empezado a estar más amable con ella. No pensó en la sensación que tenía desde que se mudaron a París de que Otto se iba alejando de ella.

Otto la saludó en la calle con una sonrisa alegre y despreocupada que Hannah se esforzó por imitar. Mientras caminaban hacia la feria del bulevar Saint-Germain, ella encauzó la conversación hacia chismes ligeros y divertidos, intentando ahuyentar la oscuridad de la mañana. La oscuridad de lo que iba a suceder.

Pero, al ver asomar la esvástica, Hannah se sintió incapaz de seguir chismorreando.

Esto era París.

Era una tierra libre.

No era la Alemania nazi.

Hannah se repitió estos hechos una y otra vez mientras caminaba hacia las banderas que llevaban aquel signo de puro odio.

La Biblioteca de Libros Quemados se había instalado en la Société de Géographie, dos puertas más abajo de una tienda ante cuyo escaparate se paseaban unos nazis con uniforme militar alemán. El señor Heinrich Mann y su hermano Thomas Mann, también escritor de fama, estaban los dos presentes, supervisando el surtido de la biblioteca; y había varias figuras de renombre más, autores que Hannah reconoció de haber colocado mil veces sus libros en las estanterías. Todo el mundo era amable, todo el mundo estaba contento, y las sonrisas se volvían quebradizas cada vez que las miradas se posaban en los estandartes, en los uniformes, en los parisinos seducidos por la exhibición nazi.



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